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Contenido

Introducción

La trufa blanca es el resultado de una planta llamada micelio, que a su vez es un tipo de hongo. Para sobrevivir bajo tierra, el micelio se asocia a las raíces de ciertos tipos de árboles, que en el caso de la trufa blanca son el tilo, el álamo, el roble, el haya, el sauce y el avellano.

Para obtener una calidad óptima, el clima debe ser favorable a la trufa de Alba debido a su necesidad de un suelo más húmedo e hidratado que otras especies de trufas.

Todas las trufas necesitan un hábitat natural muy específico.
Si un parámetro no es de su agrado, simplemente no hay trufas en esa zona.

La trufa blanca no es una excepción, y sus requisitos muy específicos incluyen un determinado tipo de suelo y terreno.

El tiempo y la naturaleza completan este proceso, que en la actualidad es muy difícil de conseguir para el ser humano a través de medios alternativos al medio natural.

En comparación con otros alimentos, la trufa blanca es difícil de producir por medios artificiales, y actualmente sólo se adquiere, por así decirlo, de forma natural.

Pero gracias a las innovaciones de los últimos 10 años,se han producido cambios beneficiosos en la forma de realizar la plantación.

Como consecuencia directa de las dificultades para obtener este ingrediente excepcional, el precio sigue siendo muy elevado para la reina de las trufas.

Un enfoque global

La trufa blanca despierta el interés de algunas personas que nunca la han considerado, simplemente porque los precios son muy elevados.

A estas personas les interesa el aspecto social de poseer esta seta, que ya no es sólo una seta, sino un elemento social por derecho propio.

Poseer una trufa blanca es como tener un bolso Louis Vuitton o un Porsche 911.

Esta seta es más que un alimento, es una inversión, un activo, una prueba social.

Por lo tanto, invertir en este producto no sólo tiene que ver con las cualidades de su paladar.

Debería considerar esta seta como una inversión inmobiliaria en París:

Una estrategia financiera sostenible y altamente rentable.

En la subasta mundial de 20ᵉ, celebrada en Alba,cerca de Turín, se vendió una trufa blanca de algo más de un kilo por 120.000 €.

La venta se realizó en paralelo con Moscú, Singapur y Hong Kong, donde se encuentra el feliz comprador, cuya identidad no fue revelada.

La trufa en sí es un signo de prestigio y vanidad en la alta sociedad, y cualquier individuo está dispuesto a pagar una espectacular suma de dinero para poder adquirir este producto mundialmente codiciado.

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